ALUMNOS

Experiencias en congreso nacional de estudiantes

connei-2016-arequipaFoto: Facebook CONEII

 

Luis Olaya

Luis.12.oct@gmail.com

Para muchos estudiantes el asistir a un congreso en cualquier ciudad del Perú puede parecer unas simples vacaciones más; sin embargo, es mucho más que eso. Cada año miles de jóvenes de todo el país asisten a los congresos nacionales de estudiantes de, por ejemplo, ingeniería industrial (CONEII). Yo tuve la dicha de asistir al CONEII 2016 en Arequipa, y debo admitir que fue simplemente increíble por cuatro motivos: viaje, conocí, aprendí y crecí.

Personalmente creo que mi experiencia empezó desde que me encamine hacia Arequipa. Viajar significa mucho por el simple hecho de salir de Lima, aquella ciudad en donde he pasado mucho tiempo de mi vida. No es que tenga la costumbre de viajar muy seguido, y tal vez  es por ello que cuando lo hago lo disfruto muchísimo, en especial el camino. A diferencia de muchos compañeros que también asistieron al CONEII, viajé en bus: fueron unas largas 16 horas de viaje a través de más de 1000 km. Sé que solo con mencionar el tiempo muchas personas consideran dos veces tomar un bus a donde sea –y en la mayoría de casos nunca lo ven como una opción-; pero enfoquémoslo desde otro ángulo: son kilómetros de inacabables paisajes, pueblos, realidades que se pueden inmortalizar en una fotografía. Mi viaje estuvo plagado de pinceladas de hermosa naturaleza como el mar de la costa de Camaná –el cual yo le denomino “mar de leche” por los km de espuma que reflejaba los rayos del sol-, los inacabables desiertos de Ica (donde parece que nunca avanzas por más que vayas a 100 km/h), los valles lecheros de Arequipa y muchas otras.

Ya en la ciudad la historia fue distinta, pues el clima era seco, frío y la falta de oxígeno se sintió durante el primer día. Llegué un domingo al mediodía, muy hambriento y sin conocer nada acerca de la ciudad, no tenía ni idea que en ella había más taxis que microbuses y combis, ni que habían mil cosas por probar, y mucho menos esperaba que la belleza arquitectónica se fundiera con la natural. A pesar que me hubiera gustado conocer más la ciudad, recomiendo ir a conocerla al menos una vez en la vida, siempre abra algo que ver y hacer (si van, recuerden que todos los puestos excepto discotecas cierran a las 10 pm en punto). Y es que asistir a un congreso es mucho más que asistir a escuchar charlas, talleres o conferencias; es un momento único en donde conoces otra realidad y aprendes de ella si estás dispuesto a observar y comprender.

El primer día fue bastante agitado: levantarse, alistarse y descubrir cómo llegar a la universidad. Cuando finalmente llegamos (mis amigos y yo) no sabíamos que hacer ni a donde ir para recoger las credenciales. Fuimos enviados a hacer largas colas de decenas de personas, y en muchos casos (como el mío) las credenciales no estaban listas aún… y no lo estuvo hasta el miércoles de esa semana. Fue uno de los primeros (y pocos) disgustos que tuve en lo relacionado al congreso y realmente considero que pudieron haber previsto eso. No estoy en posición de juzgar y condenar a la organización, yo en su lugar no hubiera tenido la menor idea de cómo organizar un evento tan grande. Un poco irritado asistí a mi primer (y único) taller: Team Building. Estuve junto a 40 personas de literalmente todo el país viviendo una experiencia única, el tiempo pasó volando. Empezamos como completos extraños, pero al terminar las 2 horas de taller nos dimos cuenta que logramos confiar en completos desconocidos sin necesidad de hablar mucho. Fue algo extraño y nuevo para mí, y por otro lado me hizo darme cuenta de todo el potencial que tengo como persona y alumno UNI (que dicho sea de paso era el único allí), y convencerme que, sin importar en que universidad estudies, realmente no somos tan diferentes. Entonces, ¿por qué los alumnos de la UNI siguen siendo percibidos como unos genios incapaces de comunicarse con los demás? ¿Por qué no destronamos de una vez a los egresados de otras universidades en puestos de alta dirección? El punto es que mi experiencia en el CONEII me enriqueció al conocer a otras personas.

Conocer no es lo mismo que aprender: conocer implica saber, entender, tener una idea de las personas y cosas. Solo piénsenlo: miles de personas asisten cada año a cada CONEII y se realiza en diversas ciudades. Es casi imposible que no se conozca algo nuevo, al menos una persona. Mi participación en el CONEII no estaba centrada exclusivamente en ampliar mi red de contactos, mas pude conocer a unas cuantas personas que no viven en Lima. Hablamos un poco sobre cómo iban las cosas en nuestras universidades y regiones, no por mucho tiempo. Las cosas son muy distintas en Lima en comparación, por citar alguno, con Huacho. A pesar de todas las deficiencias que podamos tener en la UNI no es el peor escenario que existe, lo cual no implica que la UNI este marchando perfectamente (Dios sabe que no es así). Sería fácil aprovechar estas líneas y criticar la organización de la universidad, pero no viene al caso; solo diré que las reformas son imperativas: lo que nos enseñan no es suficiente ni nos prepara para la vida laboral, es más, yo diría que no aprendemos mucho.

Por otro lado, cada día hubo una serie de ponencias magistrales y exposición de casos de éxito, las cuales fueron muy provechosas para mí (lástima que la mitad de los asistentes no supieron aprovecharlas). Cuando llegué, debo admitirlo, no sabía nada acerca de la forma en que se maneja la ingeniería industrial ni mucho menos acerca de la forma en que se podrían utilizar las herramientas que nos enseñan. En los casos de éxito cada uno de los ponentes hablaba de su vida, sus experiencias, daban a conocer sus puntos de vista, nos transmitían cosas que, bajo mi punto de vista, no tienen precio. Y es que sería fácil leer cientos de libros y aun así no conocer nada de la realidad que te rodea. Personas en diferentes lugares viven cosas muy diferentes a las que nosotros vivimos, a veces más duras y otras veces muy triviales. Conocer sus historias te enriquece como persona, y eso es lo que nos falta a los ingenieros: conocer las distintas realidades que pueden coexistir. De otra manera, nuestras decisiones siempre serán limitadas.

Por otro lado, en mi estadía también aprendí muchas cosas que van más allá de la parte académica. En este punto me gustaría formular la pregunta: ¿cuándo podemos decir que hemos aprendido algo realmente? La respuesta clásica es cuando haces tuyo un conocimiento y eres capaz de aplicarlo. Usemos esta perspectiva. Podemos aprender cosas más allá del conocimiento académico. Lo que aprendí principalmente durante esos 6 días fue una sola cosa: actitud. Y es que la atmosfera en general era la de autosuperación, transmitida por todos y cada uno de los diferentes expositores de los talleres, conferencias, casos de éxito y demás a los que asistí. Fue como pagar S/. 215 para asistir a una sesión de coaching de 6 días. Mención honrosa merece Brian Savitzky, el chair que, a su manera, fue uno de los que más me inspiró. Reflexionando, reconozco la importancia de la actitud tanto como la de los conocimientos. Recuerdo lo que dijeron en una de las conferencias “para ser exitoso, los conocimientos y la actitud suman, la actitud multiplica y la gratitud eleva”.

Del mismo modo, algunas conferencias que quedaron marcadas en mi fueron las de Julie Le Cardinal respecto a la integración de sistemas tecnológicos innovadores en la telesalud, y la de Brian Tippens, respecto a la innovación. Nuevos conocimientos en cada charla, algunos se quedaron y otros simplemente los olvide. El punto es que la parte de conocimiento no está desatendida. Sin embargo, ya es problema de cada uno cómo aprovecha su estadía.

Por último, no voy a negar que hubo un cambio en mí. Toda mi estadía en el congreso fue muy interesante: los talleres, conferencias, casos de éxito, actividades de integración (fiestas) y las olimpiadas. Puede que no haya participado en muchas cosas, pero el hecho de estar ahí, compartir y asistir a las actividades con mis amigos y compañeros en una ciudad totalmente nueva hace que los incómodos viajes de 16 horas hayan valido la pena. Es una experiencia única que debe ser vivida de primera mano. Fui como un simple estudiante de sexto ciclo de la carrera de Ingeniería Industrial de la Universidad Nacional de Ingeniería, subvencionado por tener un buen rendimiento dos ciclos antes del viaje. Por mucho tiempo creí que eso me definía, y con esa mirada partí hacia Arequipa. La ciudad y su camino me sorprendieron en cada paso, en pocos días cambio mi mirada escéptica a una más abierta y así fui capaz de ver, captar y aprender todo lo que el viaje tenía para mostrarme. Mi estancia con mis compañeros y amigos fue todo un drama que parecía ser copiado de una telenovela. Descubrí realmente lo importante que es tener valores, un propósito y un sueño. Descubrí que quiero, y no porque el CONEII me haya ayudado a descubrir precisamente eso, sino porque me hizo cambiar el cristal de mis lentes. Ideas tan simples pero tan potentes como “Ingeniería con propósito” o la premisa de Yaqua (para los que no lo sepan, es un emprendimiento que a través de la venta de agua embotellada financia proyectos sociales con los que se lleva agua a comunidades rurales al interior del Perú, disponible en metro UNI) me hicieron reforzar una idea muy simple que tenía hace mucho: somos ingenieros para poner al servicio de la sociedad nuestros conocimientos. Citando una frase del Opus Dei “Quien no vive para servir, no sirve para vivir”. Sean creyentes o no, eso es lo de menos pues los valores son universales. Puede que este divagando en esta parte, pero cada uno de nosotros dice el camino que mejor le acomode.

Antes de acabar esta pequeña opinión, es menester mío agradecer a la Escuela de Ingeniería Industrial –y  a la UNI en general- por brindarme esta oportunidad, y espero que la iniciativa se replique y aumente cada vez más para que mis compañeros, futuros colegas y futuros estudiantes no pierdan una experiencia tan enriquecedora (que dicho sea de paso es premio justo). Solo me queda decir que, sin importar la razón por la que vayan al CONEII, tengan la mente abierta y dispuesta a aprender cosas más allá de las académicas. Vale la pena ir y realmente lo recomiendo, y no olviden visitar también la ciudad de Arequipa.